Los ojos de los cefalópodos, especialmente los de los pulpos se parecen en gran medida a los de los vertebrados, aunque sólo si se estudian superficialmente. Esta similitud entre cefalópodos y vertebrados, se da por convergencia adaptativa (ver glosario).
En los pulpos, el ojo se aloja en una órbita ocular, de forma similar a los vertebrados. Como se muestra en el esquema, la colocación de la córnea, el iris, y el cristalino son prácticamente iguales en pulpos y vertebrados, sin embargo, el cristalino de los pulpos, aunque esté sujeto por músculos ciliares como el de los vertebrados, tiene una forma fija, y por tanto en teoría, no poseería tanta capacidad de enfoque como el ojo de los vertebrados.
Aún no se sabe con exactitud, pero se cree que la visión de los pulpos es algo miope, es decir, pueden distinguir formas (vertical u horizontal), y tamaños. No obstante, los pulpos enfocan los objetos modificando la distancia que hay entre su cristalino y la retina, y no modificando la forma del cristalino, como nosotros, puesto que en el caso de los pulpos, dicho tejido es rígido.
Al igual que los vertebrados, los pulpos pueden controlar la cantidad de luz que entra en el ojo, mediante el iris, que le da a su pupila una forma de hendidura horizontal (ver esquema comparativo de la pupila de pulpo y pupila humana).
Según la web casaciencias.org, un dato curioso sobre la colocación de la pupila en los pulpos es que mantienen siempre la pupila horizontal respecto de la gravedad, lo cual les ayudaría a interpretar adecuadamente el medio en el que se encuentran.
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IMAGEN: Zahida Palma Moreno.
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